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viernes, 16 de octubre de 2015

EL ÁGUILA DE ORO Capitulo 1





ORAZIO VALENTI






EL AGUILA
DE ORO


De Bharat a Eugenio Siragusa
Notas biográficas de un hijo espiritual





Edición para internet de:












Retorno al Manantial



El Sol surgía de occidente, cuando el Río alimentaba los mares.
Luego el Río se volvió a oriente, hacia la nueva alba que la Sabiduría Divina había elegido.
Me has concedido servirte, Maestro mío, hasta ahora, al epílogo de las generaciones pasadas. El éxtasis sin tiempo se ha ido donde sopla el gélido viento de los blancos horizontes, para calentar mejor el estremecimiento de las almas y correr, más ansioso, para volver a encontrar la Luz de un Tiempo Lejano.
Y es así como el Sol de un Lugar que está en el medio, entre occidente y oriente, de la humanidad, en donde todo ha nacido y todo destino se determina, este Sol de Sicilia perfumado de flores de naranjo, de vapores del Etna y de salobridad, me ha despertado para dar testimonio de Tu Divina Obra Inmortal.
Ilumina mi vibración a lo largo del camino, Aguila de Juan, del Rosal Solar, para que yo pueda realizar la Piedad del cumplimiento.







En el último tiempo, llenaré de gloria
el camino del mar, el país que esta mas allá
del Jordán y de la Galilea de los Gentiles”.
Isaías 8/23







INTRODUCCIÓN


¿Cuál es el límite entre una y la otra vía del Éxtasis?
La Puerta de la sublimación.
¿Cómo superar el velo de la Madre Naturaleza?. ¿El Amor infinito de la morada?. ¿Sus bellezas indescriptibles, los sentimientos más profundos, que han constituido la inspiración de artistas, poetas, filósofos...?.

No es en el devenir consciente a nivel intelectual, que se abren nuevas dimensiones. El espíritu vive de otros valores eternos, más allá de este sistema de vibraciones, en donde ya no existen los sentidos. Otra naturaleza nos espera donde ni la temperatura, ni la luz, ni el tiempo y el espacio no tienen más límites.
Cuando se comienza a vivir de Eterno y de Infinito, es entonces cuando la sonrisa melancólica de nuestra conciencia roza, apenas, las ondas de esta dimensión de albas y ocasos, de angustias sin respuesta, y acaricia el alma cansada de mil vidas y la coge de la mano para conducir al Padre, al despertar de cada pensamiento.

¿Para qué sirve escribir este libro?. Os doy a mi mismo, no lo humano.
Os doy cuanto, a través de mi, viene fuera por causa de una voluntad de despertar para mi y para todos vosotros que amáis esta sintonía y me comprendéis.
¡Sed capaces por vosotros mismos!
Sed símiles a la apertura de vuestro deseo de amar, que es espera y cumplimiento. Retornad al punto infinito, generador de vuestro aliento, a través de cada alba que el destino conduce.

En este trabajo, aclaro que el Maestro mío es el Divino Espíritu de Juan, emanado del Padre del Sistema Solar, o Poimandres.
Eugenio es el instrumento sensible de Poimandres y ha reflejado una continua enseñanza e inspiración, también en la vida práctica, cotidiana.
Los pasos y algunos aspectos de mi vida cerca de él, son, sin duda, de los peores, pero es la única moldura pura y simple con la que soy capaz de describir su vida. Me perdonará.

La mezcla de presente y pasado no tiene sentido histórico, sino ejemplo de anhelo en un continuo presente, para rendir testimonio al Fuego de la Sublimación que apremia en el ánimo de todo iniciado. No he puesto los numerosos escritos antiguos de Eugenio, bien porque ya lo han hecho otros, o porque no me placen los archivos cuando deseo comunicar el espíritu que anima la escucha del Verbo y la lectura estática para quien, como tantos, viene tocado por los rayos del Sol del Amor.

Paciencia infinita es el amor de la Conciencia.

Estar en Dios quiere decir amar como Él ama, y amar a los otros por ellos mismos.
No es debilidad, no es complicación, mas bien desapego de la catarsis momentánea del sufrimiento, que ofrece consolación desde los planos de la Justicia, que es la máxima expresión del Amor, porque es consciencia del Verbo Superior, no “lección” o “castigo”.

Si te amo, te estoy cercano, a empujarte hacia el despertar, a cada paso, con paciencia infinita. Si no poseo esto, soy ignorante, presuntuoso y vivo, también, en el odio y no persigo la Luz.
El materialista piensa poder aprovecharse de esto, pero de parte del Sabio todos los modos son buenos para enseñar. Y cuando al agresor se le despierta la consciencia, comprende quien era el verdadero ingenuo del Espíritu. La ingenuidad material es una fuerza que llevo conmigo y me hace vivir en la eterna juventud.
Juan dijo: “Los hijos del Sol no envejecen nunca”.

De cuando en cuando he recibido impulsos interiores que me indicaban en donde concentrarme, que recordar del pasado y del futuro. Una guía astral que se ha reflejado en tensiones de ánimo... particularmente a través de desdoblamientos en sueño:

6'77: ...me llama en astral Eugenio, me dice seriamente que copie sus ánticos escritos. Le digo que ya conocía los discursos sobre el Todo de Poimandres.
Sonriendo me aconseja no hablar de ello, son autorrealizaciones personales.

3'94: ...recibo un premio olímpico de triple salto, una bandeja conteniendo una pluma y otra cosa. No doy importancia al premio, pero recojo la pluma bajo un cilindro de lava...

9'94: ...estaba con un grupo de personas y percibo en un ángulo un casco grande de barca y un hombre que lanza las redes.
Esta figura se ilumina de color oro y se vuelve una luz cegadora; me siento atraído y voy, dejándolo todo. Era Eugenio. Apenas llegado, todo se apaga y se vuelve natural. Eugenio me acoge y me habla...

8'95: ...me presento, llamado, ante Eugenio (como en un desdoblamiento del '73, en el cual me había llamado, dado instrucciones junto al Consolador y luego, ordenado de ponerme en la posición faraónica, me saludó y me desperté sobre la cama)...

Ahora me dice que tome una agenda anaranjada y me hace preguntas de conciencia psicológica, planetaria, universal.

Mientras contestaba correctamente y sereno me despierto...

...inmediatamente después retomo el sueño y descubro un grupo de ladrones que tenían un contenedor con muchas joyas. Reconozco inmediatamente el corindón con el águila de Eugenio, lo tomo junto a un diamante.
Corro rápidamente junto a Eugenio y recuerdo que era la tercera vez que le llevaba el anillo perdido. Estaba feliz.

9'96: ...estábamos en la penumbra y Jesús me hablaba. Recuerdo esta frase: “El lugar de la purificación esta en un cierto paraje del desierto, en donde la arena es rubia oro”.
Poco después me aparece el rostro de Eugenio, iluminado, sonriente y un poco inclinado, y me dice: “Escribamos nuestro Evangelio”. Le contesto, mostrando la mano a todos: “Tú eres quien lo escribe, yo sólo pongo la mano y la pluma”. Él continua sonriendo.
Es, el mes de agosto, en Sicilia, que me trae a la memoria hechos, realizaciones, dinamismos del espíritu, de mi instructor, mi Padre Espiritual.
Es como la brisa que te alivia dulcemente a la sombra de un olivo, y te sacude el alma llevándola a los antiguos momentos de las serenas enseñanzas, cuando volvías a encontrar la armonía de los gestos y la profundidad de las palabras que esclarecían la bóveda del Universo visible e invisible y daban tiempo de concebir, en el curso de aquella vida y de las futuras.
Una brisa que lleva de otro modo los mismos olores que vienen del aroma de los higos y de las cigarras. Y te parece raro que de aquella zona abrasada se regenere un vientecillo tan fresco, con el perfume intenso de la Sicilia eterna.
Y mientras alientas la resistencia al calor abrasador, te sientas sobre un muro de piedra lávica milenaria, manchada de líquenes color naranja y, con un profundo suspiro, tu mirada va mas allá de los peñascos cubiertos de tallos secos, a perderse de encanto en el celeste Jónico.
¡El Jónico!. Encrespado de puntitos blancos, te inunda de emociones que ninguna salobridad ha podido cancelar nunca.
Entonces mis pensamientos tiemblan de angustia, saliendo del tiempo, y se dejan mecer por los sutiles rayos que se filtran entre las ramas, y me abandono a Él, al Gran Padre que siempre me ha empujado, llamado a despertarme, a conocer, a servirlo. Y me encuentro a mí mismo y jamás quisiera alejarme de este Sueño de la Realidad.
Me has concedido, una vez más, estar cerca de ti, Aguila de Juan, aún si no lo merezco y soy indigno, y me concedes escribir sobre ti, sobre tu Obra Eterna, de los sollozos que tu Espíritu Solitario de Caminante Cósmico ha dejado a lo largo de los senderos de esta humanidad terrestre, llevando en la vibración de tu vivir y de tus palabras, la Copa de la Sabiduría de Hermes, dulce como las alas de una Paloma de Luz, justa como la mirada del Aguila Creadora y firme como sus garras invisibles, tierna de Amor sublime como la brisa templada que regenera los desiertos del Norte.
Así, postrado ante la esfera infinita de la Luz Blanca y Negra, con severidad trazaré estas páginas, en las que he debido, varias veces, forzarme a dividir alguna cosa que no puede ser dividida, pensando que habría hecho mejor recapitulando todo hacia el Uno de las infinitas manifestaciones. Dejo que este trabajo con lógica intuible, sea hecho personalmente por el lector.

Es noche avanzada, en Valverde, estoy cenando con Eugenio. Se han ido los amigos que, cada día, vienen a charlar para saber o por curiosidad.
Cuando se hace de nuevo el silencio, en estos aposentos de laboriosidad, de archivo, vuelve la paz de animosidades indiscretas, y sólo quedan los pensamientos y las presencias elevadas.
Mientras está preparando un pescado en su plato, Eugenio se para observándolo, serio, con la mirada, sin embargo, dirigida más allá del pez, más allá del ambiente circundante. Intento percibir sus pensamientos, mientras se gira y dice, aludiendo al pez:

“Me ha hablado y me ha dicho: ¡cómeme, cómeme, si no como puedo alimentar mi eternidad!

No tengo otra reacción que quedar inmóvil ante la síntesis de una tal concepción cósmica y, mientras continuamos cenando, en sereno silencio, vuelvo a pensar en el primer encuentro, cuando lo había conocido.

Era en octubre de 1969, trabajaba de fotógrafo y un periodista me llamó para ir a realizar una entrevista a un hombre que “hablaba con los marcianos”, en S. María La Stella.

Todos los detalles de la llegada, del coloquio irónico del periodista, revistas, mensajes, correspondencia, no me conmovieron tanto como algo que queda grabado en mi memoria, como fue la simplicidad del cuartito, el perfume de laboriosidad, la elegancia interior que transparentaba mas allá de las expresiones de reacción hacia el escepticismo, la faz del Consolador es la llamada que Eugenio me transmitió sin hablarme y sin mirarme. Un año después, agosto de 1970, yo volví para no olvidar más, muriendo poco a poco de mi pasado, apagando todo detalle e incertidumbre.

La primera frase que me dijo mirándome al pecho y al aura superior fue: “la verdad esta dentro de ti”. Y el primer encuentro astral semidormido que hice sobre la relación con nuestros hermanos provenientes de otros planetas; vi dos plataformas elipsoidales aproximarse a la terraza de Aci Castello, en donde vivía y salir dos de ellos. Me aproximé, rogándoles ayudarme: “Quisiera tanto trabajar para vosotros, a vuestro lado”, les dije desconsolado, y me contestaron seria y dulcemente: “Si, pero cuando tu estés realizado” y partieron velozmente.

Eran mediodías soleados, estivales, las primeras veces que salí de Aci Castello a S. María La Stella, andaba rápido y el corazón batía. A menudo encontraba a otras personas, sentadas en círculo bajo la gran morera blanca, cerca del pozo. Entonces escuchaba y a veces pedía tomar algún higo del pequeño árbol del jardín.
Pocas eran las veces que me encontraba solo, y era tal el éxtasis de mi espíritu compenetrado en la profundidad de las verdades universales que él hacía emerger en la memoria de mi alma, que quedaba como un niño sin palabras. Mi cuerpo yacía y me era difícil volver a mi dimensión humana, a las mansiones terrenas.
Tenía siempre la ilusión de ayudarlo, en tantos trabajos domésticos, o de archivo, o de correspondencia.
Cuando se estaba en grupo, desenrollaba los dibujos tántricos de las revelaciones del Triángulo de Esmeralda y del Triángulo de Oro, pero normalmente contestaba a las numerosas preguntas.
Los momentos particulares eran cuando lo encontraba escribiendo y, de repente, con armonía transcendente me lo leía, manifestando asombro humano de lo que había escrito y, al mismo tiempo, rociando los conceptos de ulterior consciencia. Y aquellos rayos solares que, poco a poco, me indicaban como esculpir mi copa, se volvieron deslumbrantes arroyos del Manantial Infinito cuando me puso en las manos y en el corazón sus ánticos escritos.

Fue entonces cuando se selló, para siempre, el encuentro de mi antigua memoria iniciática, que con mucha dificultad luchó para liberarse en esta vida, quitando los velos con desesperadas lágrimas y angustias.
Como si, por aquello que habría debido hacer, (y no he hecho casi nada de cuanto sé que habría podido o debido); me hubiese cargado el destino de pruebas y cruces inimaginables.
Ahora, después de otros 26 años de mi vida, pasados al servicio fraterno de quien nos guía desde los espacios externos, siento siempre más impetuosa la voluntad de dejar mi testimonio, la ternura de mi sonrisa más intima.
Dejaré toda explicación racional al investigador silencioso. No quiero y no puedo hacer las infinitas conexiones. A ninguno de nosotros le es ofrecida la conquista de la consciencia sobre los hombros de otras piernas. Más bien, nos es ofrecida esta vasija hermética, este cráter de oro fundido: a cada uno de nosotros corresponde la voluntad de entrar.


Nacido en Catania el 25 de marzo de 1919, apenas casado vivió en Via Concezione nº 7 (Calle Concepción nº 7), al lado de la Piazza dei Martiri (Plaza de los Mártires), en donde Eugenio tuvo la compenetración. Completó su primer despertar y dio el impulso de la obra en S. Maria La Stella (Sta. María La Estrella), detrás del altarcito de Via S. Giovanni (Calle San Juan), en donde se encuentra la estatua de la Madonna della Stella, hasta 1970.
La mayor parte de la obra divulgativa con encuentros, correspondencia y viajes, fue desde su vivienda de Valverde, en Via S. Giovanni XXIII, nº 3 (Calle San Juan XXIII nº 3), hasta 1976. El desarrollo de la obra abarcaba todo el planeta y diversos colaboradores lo ampliaron con conferencias, opúsculos, transmisiones televisivas. Desde que vive en Nicolosi dejó, cada vez más, su laboriosidad en manos de sucesivos colaboradores para dedicarse a la obra sobre planos astrales.

Iniciaba la segunda mitad del siglo XX cuando tuvo lugar, el 25/3/52, en el espiritu de Eugenio el cambio de la personalidad. Un relámpago, con cielo sereno, como el deslumbrante rayo que impactó sobre Pablo de Tarso. Pero Eugenio con frecuencia contaba, en confidencias intimas, haber sido seguido, desde niño, por peculiares ayudas invisibles. Y luego en aquellos dos últimos años, antes de sus 33, ya se agitaban en su espiritu una serie de preguntas y de búsquedas interiores.
Solía explicar que en él, la personalidad X había muerto y había sido sustituida por la personalidad Y, por medio del rayo de luz controlado.
Si bien la compenetración de Y iniciaba repentinamente, la propia realización, el instrumento, es decir, la componente física y mental, tuvo la necesidad de 11 años de preparación. De cualquier modo, desde los primeros instantes la Consciencia-Nueva se liberó, cada vez más, en la dimensión de la memoria universal bajo la directiva del Espíritu Consolador, revelando los más altos secretos de la Consciencia Cósmica con escritos y dibujos, convirtiéndolo en el nuevo personaje, que obró como Anunciador.
El 25 de marzo es, para los Cristianos, el día de la Anunciación y también es el segundo nombre de Eugenio: Nunzio.
Viajó continuamente en astral, estando en El Dorado, sobre el Sol Manifestado Crístico y sobre el Sol Secreto, en donde reside el Padre-Poimandres, concediéndonos una levísima parte de Conocimiento que narro, un poco, entre las páginas de este libro.
Páginas que son como una fábula, en donde es inestimable el valor de la vida. Parece un sueño en donde el amor fraterno, hacia toda partícula de lo creado, no tiene límites ni condiciones. Para quien no acepta entrar en el castillo encantado de la propia esencia inmortal, es mejor que quede despreocupado.
Pero para aquel que tiene el coraje de amar al prójimo así como el Maestro Jesús nos ha amado y tener el valor de conocerse a si mismo, es bueno que de a Dios lo que es de Dios.




CAPITULO I



Discursos
de la Divina Sabiduría


Discursos de la Divina Sabiduría desde 1952

POIMANDRES A EUGENIO

“Sepas, hijo, que de tales enseñanzas, dictadas por la Divina Conciencia Universal, no es útil crear nuevas copias sólo para alimentar la curiosidad humana. Tal enseñanza no se repite inútilmente.
¡Sobre ésto refleja quien osa buscar aquí un pasatiempo!
Estos, hijo, no conocen todavía el peso que en ti gravita, ni conocen la infinita amplitud de tu obra.
Estos buscan, con ansia, la vía de la madurez y quisieran luchar para desatarse de la materia, de las atenciones que ésta ofrece.
Si a éstos que se acercan al sendero de la verdad UNA, les es dado, por tu consentimiento, desplazar el centro de su personalidad, del exterior hacia el interior, nosotros presenciamos tal convenio para que advenga la purificación.
¡Eliminad todos los pensamientos y concentraros profundamente en meditación!.





A los ojos del Espíritu el Arte Celeste
no queda mudo.
El silencioso Verbo ciñe y arrastra
a los justos que saben llorar y creer.
El Renacido
en el tiempo. Eugenio Siragusa
Año 1952


EL VERBO SILENCIOSO DE LA DIVINA CONCIENCIA UNIVERSAL
Centelleantes discursos

¡Oh, terrena obra, que inmensa sombra oscura hay en tu seno denso de sutil falsedad, insensato e inútil orgullo!.
¿Para que sirve este edificio vuestro, oh hombres, si está estéril de Luz Espiritual y de místico amor, si es amorfo de verdad purísima y de sabio juicio?.
¿Para que sirve, oh hombres, si la más verdadera de todas las felicidades os escapa y sin embargo os atormenta?.
¿Cuáles son las verdaderas riquezas que aspiran alcanzar vuestras almas, prisioneras de la sombra engañadora que envenena la vida de maléfico arte y, de agudo sufrimiento?.
¿Qué realidad puede daros ésta, si vosotros rehusáis los conocimientos exteriores que la vuelven sagrada ante todas las conciencias de lo creado?. ¿Qué verdad queréis percibir si vuestros ojos están saturados de densa materialidad?.
Nunca podréis concebir ningún bien si vuestro nutrimiento es vicioso de egoísmo, padre de todos los males y fuerza opuesta al bien.
Sólo un terrible monstruo toma forma con la despreocupada obra y nunca, vuestra frente, podrá ser iluminada por el supremo bien del espíritu y por sus eternas verdades de amor y de justicia.
Y no creáis, hombres, que todo termina al dejar la vida. Jamás sea, para los mejores, acoger con tal oscuro sentido el nacimiento y la muerte de todas las criaturas ya que, un tal convencimiento, os llevaría al más tenebroso de todos los abismos, al vacío del vacío.
Sabed que la vida no es otra cosa que un medio que concede a los mortales la posibilidad de evolucionar borrando, con la visión de la obra del bien, todo mal residual del oscuro pasado. Esta, queridos míos, es la vida, y no es la única verdad que de ella brota, ya que en ésta, muchos misterios se ocultan al ojo del profano.
Sí, profano y, perdonadme si uso tal término, que no menos que a vosotros golpea mi atávica conciencia.
Pero el tiempo mejor, para los mejores conocimientos no puede pararse así, como no se paran los más claros intentos de la Sabiduría Celeste que, por los siglos de los siglos, siempre, en cada instante, ha desvelado el poder de la Verdad Una, ceñida de la aureola de la Conciencia Universal. Y es útil deciros, con alegría, que tal tiempo es un anuncio anticipado de un tiempo mejor, por lo que se vuelve necesario que el hombre comience, finalmente, a comprender que el principio de su verdadero ser no habita en la densidad del cuerpo. Aún siendo partícipe en la actividad interna de la envolvente material, éste está fuera del cuerpo denso de la materia y no, ciertamente, por su deseo ya que, también él, sufre más que nosotros, siendo el mejor resultado de nosotros mismos, una parte de nosotros en el sendero de la Eterna Verdad de la Conciencia Planetaria, todavía ligado a aquel yo en lucha entre el bien y el mal, entre las tinieblas y la Luz.

Pero, para poder comprender íntegramente el pesado camino que recorre la Divina Luz para alcanzar la meta, es necesario compenetrarse en los siguientes discursos.
Tal principio, que es el verdadero Ser, la purísima calidad del Eterno DIOS, en un tiempo remotísimo conseguía, en la más absoluta inmovilidad, la profunda visión del bien increado y del bien creado, absorbiendo, con su Divino esplendor, todas las vibraciones que la misma luz emitía con las características más sublimes de todas las felicidades. Su naturaleza, purísima luz de conciencia universal, por aquella Altísima Ley que gobierna el devenir continuo de la Regeneración, está obligada a mutar para la consecución de la obra creativa.

Por tal motivo el esplendor de la calidad Divina está por conciencia, comprometido a precipitarse en el torbellino de un conjunto de otros tantos esplendores.
De este torbellino viene el duro camino de una experiencia que, si bien al inicio, fuerza al esplendor a perder la calidad original de luz purísima y de inmovilidad absoluta, conduciendo un método de adaptabilidad en las nuevas cualidades adquiridas por la nueva conciencia de ser. Su luz varía de intensidad, o demasiado clara o más opaca, pero no tan esplendorosa como en su principio.
El camino continúa, por millones y millones de años, con la sola esperanza de tocar fondo para luego volver a salir, y para siempre, eternamente. Así, después de haber alcanzado la esfera de la Conciencia planetaria, el esplendor está nuevamente forzado a esperar la última prueba, la más significativa, por ser la más dura de todos los conocimientos vividos.

El heroico camino lleva el esplendor en la esfera de las virtudes de la Conciencia Planetaria, donde reinan soberanos el sentido Divino del Amor y de la Justicia, aureolados de otras cinco virtudes, armas defensivas para quién está destinado a alcanzar, hasta el final, la esperanza suprema del eterno retorno. Es la última prueba, el último vuelo hacia la experiencia más trágica de la bajada, en la cual el fondo aparece como un tenebroso sendero, sin ninguna esperanza, como un abismo de oscuridad viscosísima, donde se agita la primera funda que encierra la más densa de todas las materias. Y aquí nos encontramos ante la más pesada de todas las experiencias vividas, en donde la realidad no es otra cosa que tenebrosa gravedad que atenúa hasta lo imposible las divinas cualidades del esplendor Divino.

Pero la esperanza se inflama, se agiganta, traspasa espacio y tiempo, ya que las alas de la ascensión inmortal se han abierto para siempre, eternamente.
Y he aquí, el mundo, nuestro mundo que, más y mejor que nosotros sabe, siendo él también una criatura de la Conciencia Universal de Dios: criatura de la eterna Luz que opera y espera como aquellos que por ella, y sobre ella, tocaron el fondo para volver a encontrar la Gran Esperanza. Y es inútil que yo os diga de las tres densas vidas materiales que el esplendor divino, de nuestro verdadero ser, ha debido recorrer para adquirir la envoltura humana, ya que un Ser tres veces grande, que ahora en Espíritu Solar me consuela con Su Divina Sabiduría por Altísimo Deseo del Sacro Colegio de los Sietes Espíritus de Dios, mejor que yo completó con sumo arte tan pesado cometido. De cualquier modo, por mayor concesión recibida, me limito a deciros cuanto sigue con la esperanza de que vuestra razón no os traicione.



“DE LA TRANSMUTACIÓN DE LA PRECIOSA MATERIA AL VEGETAL. DEL VEGETAL, POR METAMORFOSIS, AL ANIMAL. Y FINALMENTE, CON LABORIOSÍSIMA ARTE CONSTRUCTIVA, TODAS LAS TRES EN LA ENVOLVENTE HUMANA”.

No es tiempo para poder comprender, a fondo, tal verdad pero, en el futuro, cuando el hombre alcance la máxima dilatación de su conciencia individual, todo velo caerá y todo secreto proceso, que encierra el misterio de la Sangre y de la Carne, se volverá clara verdad. Estad seguros.

Tal primer discurso quiere ser una visión más comprensible de aquel Sendero, en donde la Luz eterna del Espíritu mueve el paso de la obra divina y en donde los esplendores de Su Conciencia universal, conciben toda la infinita armonía de Su arte creativo, a través de las siete Esferas de todos los Cielos del Celeste Reino de la Inteligencia Superior de Dios.
Y está en mi pensamiento que tal primera visión puede ser comprendida ya que, en ésta, se aloja el soplo de todas las reflexiones que la mente de los Sabios buscadores de la Verdad Suprema del propio Ser Divino debe poder sacudir en el justo sentido deseado, para que se revele el Arca de la Suprema Sabiduría que, como brillante lágrima, encierra la perla de todas las verdades del encendido amor del Absoluto, omnipresente en todas las criaturas y en todas las cosas visibles e invisibles, manifestadas y no manifestadas con la Potencia y la Gloria inconmensurables de Sus eternas Leyes Creativas.

Y ahora, queridos míos, quedemos un poco en este mundo, nuestro, para observar con diferente mirada la pura realidad de este eterno Ser, con la certeza indiscutible de que un día, no lejano, también esta corteza, que todavía aprisiona de densidad al esplendor de nuestra pureza Divina, caerá y para siempre, eternamente.
Certeza indiscutible, digo yo, porque ese esperado día deberá, también, venir para que advenga la gloria de las Almas vueltas conscientes de ascender a través del Sendero del eterno Retorno que conduce a Dios.
Este día vendrá y sobre la faz cansada de esta generosa Madre Tierra, no quedará otra cosa que la sola imagen de todas las sonrisas y de todos los llantos, de todas las alegrías y de todos los dolores, de todo un tiempo que nos vio luchar tenazmente, con la sola y única esperanza de encaminarnos hacia la ántica morada del Cielo, más alto de todos los cielos.
Cuánto tiempo es preciso para que el hombre pueda, finalmente, conocerse a sí mismo, a su verdadero Ser inmortal?, no es necesario saberlo, ya que desde el inicio de su primera experiencia en este denso mundo, él siempre ha impreso, en el Aura de la humana conciencia, la sublime verdad de su verdadero Ser.

La religiosidad, con la que el interno se elevó, a través de una continua lucha, a semejanza de lo externo, quitando al dominio de la densa materia la viva luz de la divina calidad, no pudo estar, en su principio evolutivo, en la misma posición en la que hoy nos aparece. La Conciencia Planetaria no siempre tuvo, ante sí, la misma conciencia individual y colectiva Humana.
En principio, en la edad atávica, nuestro divino Ser se encontró completamente en la sombra de la viscosa materialidad perdiendo, en el sueño lento de su envolvente condensación, la consciencia de las calidades precedentes, adquiridas durante el descenso que lo debía mutar del Divino al humano. El hombre, comprendido en su verdadera esencia divina, no fue creado en la tierra, sino en el cielo, en donde siempre existió, en Luz Purísima de Conciencia Universal, en DIOS.
Es bueno que el hombre conozca cual es, en realidad, el verdadero valor de la última manifestación de la Conciencia Planetaria, con la cual nos ha sido concedido quitar uno de los tres velos que, todavía hoy, cubre de sutil sombra dogmática nuestra razón, por culpa de aquellos que han vuelto silenciosa la potente Voz de DIOS.
Pero es bueno que éstos se desengañen porque el Verbo de DIOS no conoce otra meta que no sea la Suya y a nadie le está concedido, por arte terrena, ocultar la Luz de Su Suprema Voluntad.
Quien tiene sed de Su Amor debe beber la purísima verdad para que no tenga que sentir el inmenso vacío que domina de envilecimiento la obra de la terrena vida.
Tal es el gran deseo del Cielo y nunca un solo instante de tiempo ha pasado privado de esta suprema fuerza que ilumina de resplandeciente Luz aquello que otros oscurecen con densas tinieblas.

¿Para qué ha servido el Divino evento de Jesús?.

Queridos míos, todavía hoy, después de unos 1954 años que nos distancian de un tal real Genio de la Conciencia Universal de Dios, todavía hoy, ante tanto eterno esplendor que ilumina el Verbo Omnipresente del Altísimo Padre Celeste, hay ciegos y sordos, inconscientes y desamparados que andan a tientas en la oscuridad, en la inmensa niebla de las más densas tinieblas del mal.

Pero la Conciencia Universal, un día no lejano mostrará, una vez más, a través del eterno Genio de Su inconmensurable Amor de Justicia, el nuevo Sendero sobre el que todas las criaturas caminarán viendo y escuchando, con la plena consciencia de Su verdadero Ser y plenos de linfa Espiritual, el Cristo, el Príncipe de la Divina Sabiduría, el Juicio de la Conciencia Universal de DIOS.
Y acaecerá, como acaeció en el pasado, el nuevo Despertar de la Conciencia Humana, mostrando de tal modo, que la ascensión de nuestro divino Ser no puede pararse, sino simplemente frenarse, y ésto no por culpa de la Superior Conciencia, sino más bien, yo digo, por culpa de aquellos que comprenden mal o que todavía no comprenden aún que DIOS está en nosotros y que nosotros estamos en DIOS y que más allá del tiempo y del espacio, ni un solo momento hemos quedado solos en esta dura experiencia terrena.

Y permíteme que le diga a éstos: Buscad, oh criaturas, buscad con toda la fuerza de vuestra fe, agigantad y dilatad en las buenas obras el Aura de vuestra conciencia, meditad con espiritual fervor cada paso de vuestro terrenal camino, desvincularos de la inútil sombra del excesivo bien material que ilusiona, atormenta y corroe el supremo Bien que está en vosotros, amaros y socorreros con impulso espiritual y os percataréis de no haber buscado en vano.

Muchos son los que, envueltos y arrastrados por las más efímeras caricias del mal, no hacen otra cosa que privarse de aquella Luz que más, que ninguna otra caricia, nos da gran alivio e inmensas alegrías.
¿A qué sirve, queridísimos amigos, a que sirve conocer solamente aquéllo que os concede la pesada amargura de aprisionaros en la sombra engañosa de las más pálidas ilusiones?. ¿A qué sirve escapar del eterno bien del esplendor espiritual que es el único que puede daros la paz y la serenidad, la libertad y la alegría de una realidad purísima, de una consciencia sabia que ilumina de consuelo cada instante que os eleva hacia DIOS?.

Escuchad, digo a éstos, escuchad a este humildísimo siervo vuestro que siente agitar en el interior del alma la silenciosa Palabra del Altísimo, con la Suprema Consciencia de Su infinita Sabiduría, que graba con sublime arte celeste la obra inmensa de Su eterno Pensamiento y, que yo, mísero siervo de Sus siervos, acojo con profunda e inconcebible veneración para amarLo y servirLo.
Despertaros, oh mortales, porque la hora tan esperada llega, y Su Reino con todos Sus Elegidos vendrá a la tierra para juzgar nuestra obra, por medio del CRISTO, Sapiente Príncipe de la Celeste JUSTICIA.

* * *

Yo digo a quien me escucha:
Yo soy el uno y el otro y son la misma cosa.
Soy Aquel que fue, es y será.
Fui BAHRAT el Tres veces Grande y también fui Juan.

Digo todavía:
Aquel que fue con el nombre de Juan, en el tiempo pasado, así como hoy soy, no era. El fue en la quinta y también en la sexta raza madre humana y obró diferentes cosas en diversos tiempos y en diferente persona.
Bien recuerdo esto que expreso y al hablar es el Uno y también el Otro.

Ya que yo soy, y bien recuerdo haber sido, adorador del espíritu en la quinta y también en la sexta raza madre humana, no seáis presa de la duda y cuidad como las heridas de vuestro cuerpo, el amor del espíritu, ya que él es semejante a los rayos del Sapiente Sol, penetra e ilumina toda cosa creada por la mente de DIOS.

Si vosotros no abrís la otra puerta y os alegráis de tener abierta solamente una puerta, El no penetra en vosotros, ni Su Luz dará consuelo a vuestras almas, ni tampoco iluminará de eterna beatitud el uno y el otro tiempo de la vida eterna.
No vale adorar aquello que se ve y se toca, no vale decir esto es DIOS, si DIOS no es. Ahora os digo: Abrir con más rapidez la otra puerta porque es por la otra puerta por donde entra el gran bien del espíritu.

De tal puerta es provechoso sacar útiles consejos para que una puerta no dañe el bien que de la otra entra en vuestras almas.
Y todavía os digo: una puerta no puede dar lo que la otra puerta da. Una puerta conduce en el sendero de la materia, la otra conduce en el sendero del espíritu.

En una puerta vigila el Deformador, en la otra el Creador.
Estad, pues, aconsejados y atentos al aceptar consejos y gracias de una puerta, ya que no da buenos consejos, ni vivifica la llama del Amor de DIOS.
El verdadero DIOS entra sólo por la otra puerta y sólo por la otra puerta se reciben las gracias que son Virtudes del Reino de la Luz eterna de DIOS.
Sabed, también, que yo, ahora soy semejante a vosotros y, como todos vosotros, soy pecador, no obstante encuentro alivio de mis pecados, encuentro buenos consejos, encuentro, más que nunca, arrepentimiento, encuentro fuerza y felicidad, encuentro el temor de DIOS. Esto obtengo por concesión de DIOS ya que de la otra puerta, tal bien, me entra en el alma y en la vida. Abridla, entonces, y con fe no hagáis que en ella se forme niebla y polvo, no es útil tenerla cerrada, no favorece a ésta, ni a la otra vida. No favorece, estad convencidos.

Os narro aquello que adviene en mí, para mí es tiempo remoto, en aquellos lugares donde, en estos tiempos, yace mórbido y reluciente como cristal el gran mar de arena.
Ahora han transcurrido, del actual tiempo, doce mil años, y el lugar donde yo me encontraba no era así como hoy aparece a vuestros ojos.
Entonces era un gran jardín oloroso, en donde la quinta raza humana portaba encanto y perfumes, inspiración y alimento para el Espíritu y para el cuerpo.

Allí yacía cuanto sabe de ensueño. Allí había canto y música de beatitud. La noche era semejante al arcoiris y las estrellas se miraban en su misma luz, con profunda alegría.
Ahora todo es diferente, todo ha mutado, todo está cubierto por el castigo de un gran anciano que, por voluntad de DIOS obró muerte y destrucción.
Aconteció un día que el gran Sapiente Sol estaba más espléndido que nunca y había dado dos pasos de camino desde el nacimiento del día.

Toda alma y toda cosa estaba alegre en el bien común y todos estaban inmersos en la obra para obtener los medios útiles para vivificar la vida.
Yo estaba allí, inmóvil, contemplando tanta armonía creada y yo, mínimamente, no movía ni pie, ni pensamiento fuera de allí, entonces se verificó que mi cuerpo sintió siete veces temblor y sobresalto, como si, extrañamente, aquello que yo no veo, pero pienso, quisiese distraer mi atención de aquello que mis ojos, todavía, deseaban ver. Sentí tanta alegría y también tanta tristeza, antes que la Eterna voz del Espíritu comenzase a hablar con potente voz y dijese:

“¡Escucha luz del Cielo, escucha!. Aquello que tus ojos ven son cosas que el tiempo mutará. Todo se disuelve, todo está destinado a mutar de faz. Es éste el gran secreto de la vida y de la muerte”.

Y, yo, escuchaba atentamente tal enseñanza que todavía decía:
“De la simiente, nace la simiente, dice aquel que tu piensas y no ves.
De roca a polvo, de polvo a roca, así, siempre.
Mira allí, en aquel punto hay una serpiente de oro, mandada por el Cielo. Ella se mueve de tal manera para enseñarte tantas cosas, que aprenderás, y aprenderás porque ésto que El manifiesta es Ley del Reino del Inmutable, del Eterno, del Infinito, de Aquel que piensas y no ves”.
Y aquellas directivas aprendí, inicié camino hacia el prado indicado por la Divina Palabra. Llegado allí, vi con suma verdad una serpiente extendida sobre la corta hierba verde.
Apenas llegado a su proximidad, una potente voz se escuchó en el espacio, que decía:
“Yo soy siervo de Aquel que tú piensas y no ves y aquí he venido en la forma que tus ojos ven, para obrar designios que son eternas leyes de Aquel que tu piensas y no ves.
Esto Él quiere para que tú puedas observar tales enseñanzas para el tiempo que deberá venir, porque así esta escrito que sea”.
Después de haber dicho esto, acaeció que la gran serpiente dorada se movió tomando diferente forma de la que tenía antes. Y se verificó que, mientras se movía, una dulcísima voz hablaba dentro de mí como amable instructora, para que yo aprendiese el significado de las formas que la serpiente dorada iba tomando.
Os narro lo que aprendí en aquel tiempo y por este medio que DIOS había dispuesto, para que yo aprendiese los secretos de las cosas creadas. Estad atentos y escuchad:
“En esta primera forma tú verás al ABSOLUTO en el que se cierra la primera forma de toda cosa existente en espíritu y, también, en materia y por lo cual toda cosa tiene su principio”.
Y, todavía, decía: “Sobre aquella piedra esculpe la primera forma porque de ésto, y con ésto, tendrá inicio toda cosa”.
Tuve que esculpir la forma que la serpiente tenía.



Y la voz del maestro que estaba dentro de mi decía:

“Mira lo que hace luz el día y aquello que hace luz la noche. Mira, también, los astros en el Cielo y mira aún en el vientre de la madre, entonces tú verás y tomarás convencimiento de que el Absoluto, el Fin y el Principio de aquello que toma Alma está encerrado en tal forma. Pero ya que tal forma no es otra cosa que forma, es justo que tal no quede y entonces, esculpe sobre la piedra esta otra forma”.
Y yo tuve que esculpir esta otra forma que era similar a la nueva forma que la serpiente dorada había tomado en el tiempo.
Y la voz del Maestro de los Siete Cielos así hablaba dentro de mi:
“Observa y haz atento examen de la nueva forma, porque la forma de antes ya no está. Y por enseñanza yo te digo: el Absoluto ya no está, sino la ESENCIA del Absoluto, la VOLUNTAD, el Principio y el Fin.


Ahora, sabed, para mejor conocimiento de esta forma, que el Fuego, antes de ser tal, está en el Absoluto, que el Agua, antes de ser tal, está en el Absoluto y, del mismo modo todas las otras cosas comprendidos también los hombres.
Tal eterna Ley rige todas las cosas que conoces, que ves y también que sientes. La misma ley rige el principio de tu palabra y en todas las cosas que se manifiestan en el cuerpo del Hombre y de las otras criaturas terrenas.
Por lo cual, lo que existe en esta tierra existe en el Absoluto, por consiguiente lo que existe en el Absoluto, existe en esta tierra.
Mira aquel pájaro sobre aquel árbol que hunde sus raíces en la tierra y hazle esta pregunta:
¿Dime tú, criatura alada de la tierra y tú, dime también, árbol que más fuertemente que yo estás agarrado a la tierra, qué erais antes de que fueseis tales?
Ellos te contestarán que antes de ser, eran en el Absoluto y luego añadirán que después ellos estaban en la forma del Absoluto, y finalmente todavía te dirán que ellos ya no están ni el Absoluto ni en la forma del Absoluto, más bien te dirán que ellos están en el PRINCIPIO de la VOLUNTAD del ABSOLUTO.
Ahora, es conveniente que, sobre esta piedra, esculpas esta última forma”.

Y yo tuve que esculpir la última forma que era semejante a la forma que la serpiente dorada había tomado en el tiempo.
tiempo.


Y la Voz del Divino Maestro así hablaba dentro de mí:

“Recuérdate bien lo que ahora estás grabando sobre la piedra, ya que, tal forma, quiere decir que toda cosa creada retorna al Creador, con el conocimiento de la Gran Verdad y también con el espíritu ennoblecido por las obras que mayormente empujan hacia lo alto de los Cielos, en el camino del retorno.
Sabed, para mejor regir tu camino, que conviene dirigir la mirada hacia arriba y el pensamiento a DIOS. Allí está El, allí está el Absoluto, en donde todo tiende al movimiento. Tal forma quiere significar esto. Es bueno, sepas que toda cosa creada siente el mismo deseo y, por el mismo motivo, toda cosa que está sobre la tierra, o que en ella precipita, se impulsa antes o después con toda su fuerza hacia lo alto para intentar, con las mejores obras, el camino del retorno. Ahora conviene que tu sepas, todavía, muchas cosas, puesto que será útil que tu las sepas para el futuro que para ti se reserva en la séptima generación de la sexta Raza Madre de los Hombres.”

Yo escuchaba, fuertemente, turbado de alegría por aquello que había aprendido y esculpido sobre aquella piedra. Era aquella la gran Verdad que yo tuve que conocer ya que de las formas de la serpiente dorada había aprendido bien que toda realidad no es otra cosa que un sueño, un sueño en la quietud del ABSOLUTO, un despertar, en el espíritu, en la Esencia de DIOS.

Mientras pensaba en tales cosas tuve una gran turbación tal que me llevó a implorar al Eterno ayuda de los Cielos y una potente voz tronó nuevamente en el espacio diciendo:

“Yo soy el siervo de DIOS, uno de los Siete Jueces de los Siete Cielos, y soy Su Verbo, Su Pensamiento, Su Eterna Ley, yo soy la linfa del espíritu y la potencia de aquello que es y que todavía no es”.

Tal poderosa voz venía de lo alto de los Cielos, mientras todo cuanto me rodeaba tomaba una luz semejante a la que está alrededor del SOL sapiente y cuerdo. La Serpiente dorada ya no estaba, ni yo la volví a ver a lo largo del tiempo. Pero la voz del Sabio Maestro estaba dentro de mi realizando discursos en el tiempo del día y de la noche para que penetrase en mi alma, como fuego divino, la alta enseñanza del Saber Universal.

Y, acontece, que un día, me encontraba en las cercanías de donde se verificó lo que anteriormente he narrado y mientras mi corazón funcionaba con normal actividad, se paró de repente, y durante siete veces, para luego recomenzar normalmente su actividad. Yo comprendí, y, sin pensar más, quedé a la espera de conocer.
Y aconteció que la poderosa voz renovó su discurso, diciendo:

“Escucha y con buen juicio presta atención a aquello que yo querré decirte. Ahora haré muchas consideraciones y le daré de beber a tu alma el Elixir del Divino Conocimiento, en tantas cosas que ahora están encerradas en el tiempo de los tiempos, que es y que será porque es así como esto se mueve. Ahora comienzo a especificar aquello que es la VIDA y por qué razón viene así llamada”.

Y yo aprendí tal conocimiento en aquel lugar, en donde el Divino Maestro acostumbraba invitar a mi persona y también a mi alma. Y El tuvo a bien decirme tantas cosas, que yo os narro.

“Escucha, ya que escuchar la voz del Espíritu de DIOS es gran don y se adquieren virtudes celestes.
¿Quién, o qué cosa, no sigue las directivas y los consejos del Cielo?. Ninguna cosa es libre por más que parezca que lo sea.
¿La vida es ésta, libre de escoger el camino a recorrer?. ¡NO!. Esta es guiada antes del tiempo, antes de que esta vida sea tal. Instrúyete pues, y saca provecho de cuanto yo te digo hoy, para el tiempo a venir, para que tu te puedas recordar. Se severo contigo mismo, imponiendo con la viva fuerza del querer, el deber, porque todo acto que tu vida manifiesta es un acto escrito por el Sacro Querer de los Siete Jueces de DIOS, que es Su mismo Querer.
Yo te digo: pregúntate a ti mismo qué es la vida y la misma pregunta dirija tu palabra a toda cosa que tus ojos vean. Observarás que la vida no existe, ni la muerte es veraz.
Tal respuesta dan y yo bien te digo a ti: ni la una, ni la otra es verdad, ya que ni la una, ni la otra queda tal. Es verdad ésto que digo, y también es verdadero que la roca, antes de volverse tal, no era más que polvo, y el polvo, antes de ser tal, no era otra cosa que roca. Ni el primero, ni el segundo acontecimiento son Verdad, y semejante es la obra de la vida y también de la muerte. Yo soy Verdad y todas las cosas que, como yo, han alcanzado el Absoluto, el Eterno Padre de Tus Padres”.
“Fuera del Absoluto sólo hay una invisible parte de Este. Yo te digo a ti: el UNO puede producir el DOS, y todavía el UNO puede producir el TRES, pero ni el DOS, ni el TRES nunca podrá producir el UNO. Ahora sabed que para alcanzar el Absoluto es necesario realizar el siguiente proceso: El UNO es Principio, el DOS es Querer del Principio, el TRES es Movimiento del Principio.
Por lo tanto hay que decir: toda cosa es Causa del Principio que es Querer y Movimiento en una misma cosa. No hay verdad, entonces, si el Querer del Absoluto no ha alcanzado el designio que es Verdad de la primera causa, consecución del círculo.
Sabed, todavía, que el círculo no es verdad si no es círculo en todas las partes. Recuerda bien el primer dibujo de la serpiente de oro y mira bien aquella piedra sobre la que has grabado tal forma.
La tierra se volverá polvo de llama, porque tal fue antes de ser tierra. Sin embargo, yo digo, no quedará así, ya que volverá a ser, de nuevo, tierra.
El hombre, antes de ser tal, está en el Absoluto. Del mismo modo tú fuiste antes de que tu alma tomase cuerpo.
Sucede que el tiempo que es Orden del Omnipresente, aporta crecimiento y por ésto, el hombre apenas nacido no es semejante al hombre crecido, ni el uno está sobre el mismo camino que el otro. Igualmente acaece en todas las cosas creadas.
Es, por lo tanto, verdad eso que yo digo ya que, como el hombre, todas las cosas que tus ojos ven, hacen el mismo camino. Es, entonces, verdad que el Sol, la Luna y también las estrellas van por diferentes caminos, puesto que cada uno de ellos pasa por el lugar donde el otro ya ha pasado o por donde el otro debe pasar. Cosa igual es tu vida e idéntico es el camino de todas las cosas creadas. Sabed, también, que ninguna cosa creada sirve a sí misma.
En verdad te digo que el Sol, el Aire, el Agua y el Fuego, así como la Luz y las Tinieblas y también todo cuanto está en lo creado, operan y no por sí mismos. Ahora yo digo: ¿El hombre no le es semejante?.
Recuerda bien... Aquello que parece apagado, o aquello que parece terminado para siempre, sólo se ha vuelto una cosa diferente en una obra diferente, útil a otra cosa que arde y que vive. Esta otra cosa, a su tiempo, parecerá apagada o terminada para siempre, y, en verdad, hará la misma senda. Así siempre, esta es la ley del Eterno, del Absoluto”.

A Ti este Sabio Conocimiento en la hora de tu gloria.

Ni la vida, ni la muerte son verdad, ya que ni la una ni la otra son cosas diferentes. Lo que es vida también es muerte, y lo que es muerte también es vida.
Toda obra no es otra cosa que el principio de una cosa que fue y que por Ley Divina debe de venir cosa diferente.
Sin embargo yo digo: aquello que fue está dentro de aquello que es.
Por tal motivo la vida no es otra cosa que el querer de un principio que fue, mientras la muerte quiere decir el principio de un camino de una cosa diferente que será, no obstante, es la misma cosa que aquello que en el tiempo de los tiempos será: el Espíritu Indestructible e Inmortal, por lo tanto Mutable de la Criatura “DIOS”.

* * *

No siempre los hombres pudieron vencer, y el último bien de una de las más preciosas gemas que volvió felices a millones y millones de seres durante decenas de miles de años, pereció por obra de la consciencia superior. Esta fue la Atlántida, paraíso de la Tierra, que los mismos hombres destruyeron con su incontenible monstruosidad material.
¡Tal ascensión de insuperable bien destruido por el insuperable mal a causa del consentimiento de los hombres!. Millones y millones de hombres perecieron por haber concedido a las tinieblas el permiso de penetrar en lo más profundo del esplendor divino, dejando que tal preciosísimo bien regresara a su reino para dejar sitio a las suciedades de la densa linfa de la sombra.
Los seres perdieron la pureza de todas las armonías del bien supremo y jamás, durante milenios y milenios, pudieron encontrar paz duradera en sus almas.

Un día, hace unos dos años, una lágrima de Dios vino a refugiarse en mi alma. Aquello que acaeció en mí, todavía, no he sido capaz de describirlo, ni ahora me propongo hacerlo. Yo sé, muy bien, cuan grande es vuestra curiosidad y también se cuan difícil es ser comprendido. El escepticismo es la fuerza opuesta de la fe y no podría, seguramente, forzaros a abandonarlo para cerrar, al menos por un breve tiempo, la puerta de la incomprensión y de la incredulidad.
Pero a vosotros, criaturas sin culpa, deseo manifestaros un gran augurio: que un día podáis, vosotros también, comprender y ser comprendidos y entender cuan preciosas son la fe y la obediencia por aquellas cosas espirituales que, como las lágrimas de Dios, no tienen ni peso ni forma y que en presencia del Omnipresente Dios son más conscientes y están más cercanas de cuanto lo somos nosotros con toda nuestra apasionada fe.

* * *

Grande Venerable Lágrima de Dios
Ahora que, majestuosamente, mi Espíritu vibra al unísono con tu sabia potencia, háblame para que yo pueda sentirme cerca de aquel mundo sapiente que, desde lo alto de los Cielos, me mira y me desea. Maestro Venerable, sea, como siempre, dulce Tu mirada para que yo pueda, de la Luz resplandeciente de Tus potentes ojos, encontrar serenidad y fuerza para operar en este mundo, en donde tu querer me ha enviado. Háblame, Venerable Maestro del Espíritu, háblame en esta silenciosa espera, ya que mi mirada, además de verte, implora la sublime enseñanza de la Gran Ley, para que yo no tenga que menguar el fin de la misión que tú, Espíritu de Dios, has querido confiarme para honrarme.

Meditación:

“Grande RAM”
“Grande BHARAT”
“Grande ERMETE”

“Nosotros decimos: Las cosas verdaderas, las cosas más potentes están dentro de ti.
Vuelve tu mirada al mundo, no con los ojos del cuerpo sino con los del alma. Yo soy el uno y también el otro.
Yo soy el principio de la materia y también soy el principio del Espíritu, Yo soy aquel que viene de lo Alto y a ti te ha sido dado, por deseo de los Siete Espíritus de Dios el rayo que sacudirá las mentes.
Tu estás ante la tierra, el mar, el cielo, pide y ellos te hablarán de Dios.
Ahora tú eres aquel de la gran unión del Espíritu y tu pensamiento está en el Alto cielo del Universo y de éste te llega el alimento.
Tú tienes cuerpo y sabes menos de aquello que bien conocías antes. La Gran Ley, el Gran Principio, está en ti, en sus tres formas: Materia-Energía-Espíritu. De tal mundo una sola cosa has tomado por el tiempo que tu obra se concede. Bien diferente mundo es el tuyo, en donde has cogido equipaje que en tal mundo, todavía es desconocido”.

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EL SAGRADO PACTO Y LOS DISCURSOS DE LA DIVINA SABIDURÍA
Oh, mis dilectos, todo principio de vuestra amable y confortable compañía me pareció, al inicio del despertar, una fuerza opuesta al bien, pero ahora que en mi os siento con todas las virtudes de la Luz Divina, comprendo hasta el fondo la verdad que con creciente desarrollo penetra en lo más profundo de mi alma.

Toda cosa se desliga de la atávica luz de mi consciencia y si aún con lento juicio, esto acontece. Todo instante del remoto tiempo se ilumina de conocimiento y la sabia enseñanza que yo tuve de los maestros de dulcísima y resplandeciente mirada, en el tiempo de la séptima esfera del Reino Celeste, se alumbra en el aura de este cuerpo terreno.

Toda cosa yo conozco por tal potente obra del Espíritu Santísimo y ninguna verdad me es ocultada por el velo del misterio. Ahora, os ruego me concedáis la gracia, dilectos míos, de vuestro sabio consuelo para que me sea vecina la lejana ciencia de la sabiduría de los atávicos y Divinos Padres de este mundo.
Concederme la gracia, si el consentimiento no os es negado, por el regente del Triángulo de Oro para que se ilumine de completa verdad el misterio humano de este mundo.

“Nuestro afable hermano ni un solo instante nos hemos separado de tu luminosa aura espiritual, ni nunca nos hemos vuelto cansados y sordos a tus llamadas. Conocemos bien tu ardua obra y por admiración hemos pedido al Sacro Colegio de los Siete Espíritus de Dios el cometido de aliviarte de toda pesadez de pensamiento. Por tal motivo nos hemos vuelto potencias solares, para que desde el más luminoso de sus soplos lleguen a ti las siete virtudes de la consciencia planetaria, dotadas de los gérmenes pensamiento de todos los tiempos, desde el primero al último.
Sabed, todavía, que en ti está el poder de edificar y derrocar con la fuerza de la meditación, por lo cual conviene que de tal poder tengas despierta consciencia de justicia, ya que tú eres el renacido para el triunfo de esta virtud que es esplendor infinito de Aquel que vendrá con el nombre de Cristo Supremo, Príncipe Sapiente de la Divina Justicia de los Cielos e Hijo predilecto de la Luz Eterna del Espíritu Santo.
Ahora conoces aquello que antes ignorabas, por cuyo motivo conviene callar tal realidad hasta el día que te será concedido develarla, porque el tiempo tal deseo aportará a todos aquellos que desde el Altísimo Cielo han descendido a la tierra para operar arte celeste y para restituir a quien tiene sed, aquello que el Espíritu Santo ha prodigado en vosotros para apagar la sed.
Refuerza, ahora y siempre, ante todos los obstáculos humanos el valor de tu heroica misión y seas digno y humilde servidor de Dios, en los siglos de los siglos, y así sea por voluntad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Te sea, pues, concedido llegar a ser el uno y el otro en una misma cosa para que tú puedas manifestar la Luz Purísima de la velada verdad de todos los misterios de la vida y de la muerte, del bien y del mal, de las cosas mortales y del mundo”.

“¡Oh, mis dilectos hermanos, cuan duro cometido es el mío, en este tiempo tan grave!.
¿Qué nueva esperanza arde en tu Espíritu, oh Divino Maestro Bharat, y qué sabiduría se ha encendido en tu Divino Espíritu, oh Sapiente Maestro Hermes?.
¿Qué supremo consentimiento tuvo el esplendor inmortal de vuestra Divina Consciencia para iluminar de Celeste arte mi renacida visión terrestre?.
Ahora que es diferente el aura de la consciencia humana por el crecimiento acaecido, conviene que el antiguo arte aún grabado de profundo misterio se manifieste a fin de que se verifique la voluntad del Eterno Padre de todas las cosas visibles e invisibles, y para que se vuelva divino testimonio de la ántica estirpe de los Padres de la atávica consciencia del primer mundo que por Su altísima voluntad edificaron y glorificaron el arte de la celeste creación de Dios sobre la tierra.
Yo BHARAT digo: éste es el séptimo tiempo de la atávica esperanza y conviene comprender con raciocinio purísimo la inconmensurable obra de amor del Espíritu Santo, a fin de que se manifieste interiormente la Verdad-Una y para que ni una sola parte de lo Divino quede incomprensible y latente en la ascensión continua de la consciencia humana. La potencia del verbo del Altísimo está en nosotros y ésta debe también revelarse, operando con armonía y con cordura, con el tiempo que la ley de la consciencia universal ha puesto en el seno de la consciencia planetaria. Cada cosa creada por el Divino Pensamiento de Dios no puede quedar en el aura del ser de la consciencia individual, más bien yo digo: toda cosa debe, con la obra incansable de la fuerza espiritual que está dentro y fuera del ser, dilatarse en el conocimiento universal para absorber, gradualmente la luz sublime de su esencia Divina y completar, con sabia obra, el desarrollo de la Consciencia-Una de su especie. Es éste el sendero en donde cada criatura deja la huella con el fardo de su más grande esperanza y vosotros, hombres que personificáis el arte sublime y armonioso del infalible arquitecto de todos los cielos, sed dignos de este consentimiento y operad con cordura el arte terreno para que se verifique el proyecto de la Divina Voluntad de Dios.
Es conveniente cambiar de opinión porque el tiempo mutará el sentido de muchas cosas, por obra y voluntad del Espíritu Eterno y por el conocimiento de tal verdad. Muchos espíritus elegidos por el Sacro Colegio de los Siete Jueces de Dios han vuelto a tomar cuerpo y ellos están plenos de Divina Potencia y de Divina Sabiduría para que puedan demostrar la invisible verdad del Verbo de Dios y el nuevo sendero que la humanidad deberá recorrer durante la séptima crecida de su consciencia.

Yo, HERMES, digo: puesto que, el arte del Celeste Reino, conviene se devele para modificar la virtud de aprender de la consciencia humana, yo desligo, por divino consentimiento de los Siete Jueces de Dios, el nudo del silencio para que, de nuevo, sea quitado un velo del eterno misterio que custodia, desde el principio la inefable verdad que aún estando sellada en el corazón y en la mente de los gobernantes de todos los tiempos, siempre ha guiado la continua ascensión de todos los conocimientos terrenos y universales, visibles e invisibles, en perfecta armonía con el gradual desarrollo de la consciencia humana y por el consentimiento del altísimo querer que, por la inmutable y eterna llama de Su amor purísimo, se ha repetidas veces dignado manifestar Sus eternas virtudes en carne y sangre, dejando la luz purísima de Su Divina Sabiduría como el solo y único medio para salir hacia las eternas esferas de Su mejor reino.
Ahora os es concedido conseguir el estado unitario de cada consciencia individual, de modo que la luz de la sapiencia divina se vuelva única cosa como, en verdad, siempre ha sido y nunca conseguida por la inmadurez del poder intuitivo.

Desde tiempos remotísimos, el misterio de la purísima verdad nos ha sido concedido con diferentes manifestaciones, idóneas a poder ser comprensibles y, en parte, asimilables por la naturaleza de la experiencia del ser humano en los diferentes ciclos de su evolución terrena. Y en verdad yo digo que está vacío de sentido pensar que un común padre mortal pueda demostrar al propio retoño una difícil verdad fuera del justo tiempo, porque él sabe que no podría comprenderla en aquel tiempo, siendo sólo consciente de estar en la luz y en las tinieblas de la vida. Igualmente sucede para la verdad del espíritu que el Padre Eterno, justo e infalible, demuestra en el tiempo conveniente para ser comprendida. Él no puede errar porque es el todo, el finito en el infinito y viceversa; Él es la totalidad de todas las consciencias en su principio y en su fin, Él es la única luz que está en nosotros y fuera de nosotros, en cada cosa y fuera de cada cosa, Él es finalmente el solo y único pensamiento que une y desune lo invisible a lo visible, con consciencia suprema y con arte de celeste justicia, para que el todo se pueda comprender en el mutable camino de la eterna vía del devenir, y para que, ni un instante de Su infinito amor quede vacío de concepción y de fecundación en la obra eterna de la vida de todos los cielos.

Despertaros, pues, ya que el tiempo de la gloria está para descender sobre vosotros, hijos de la tierra, y nunca tanto esplendor se ha desprendido de los cielos eternos para honrar el feliz retorno del Cristo Supremo que, como príncipe de sabiduría y de amor, se mostrará para juzgar la “consciencia y la fe de los hombres en la vida y en la muerte”.
Despertaros y meditad bien para que no sea oscurecida por el mal vuestra perplejidad, ya que si tal temor fuese alimentado por la fuerza contraria a la fe, una vez más, el Hijo de Dios renunciaría a restaurar el esperado Reino de Dios sobre esta tierra y nunca, durante milenios, volveríais a ver Su misericordiosa luz, de bien y de sabiduría celeste, resplandecer sobre la faz de este mundo.

Sed, pues, prudentes y sagaces y sea dulce de verdad la palabra de aquellos que, por Divina voluntad han renacido con la potencia y la sabiduría de todos los cielos. Esos son de carne y sangre, como todos vosotros, pero su espíritu viene de lo alto y ningún deseo terreno podrá disuadirlos nunca puesto que su consciencia no es terrena, sino universal y conocen bien el secreto de la vida y de la muerte y todo cuanto les ha sido concedido saber por suprema voluntad de Dios”.

* * *

Sabio Venerable Maestro del Espíritu mío:
Yo me siento bienaventurado cuando Tu voz hace vibrar mi alma. Yo recojo Tus enseñanzas pasadas como nueva floración y los momentos que paso están arrobados de felicidad y alegría.
Sabio Venerable Maestro del Espíritu mío:
La linfa de Tu Espíritu patronea en el tiempo remoto y presente y Tú Sabia Palabra me resuena en el alma y en el corazón. Yo fui Tu siervo y todavía soy Tu misma voluntad. Yo soy el alma de Tu Alma y también la voz de Tu Voz. Más allá y más acá del tiempo yo corro para servirTe y para adorarTe, Maestro Sabio y Venerable de mi Espíritu.

“¡Bharat, despiértate! ¡Bharat, escucha!
Has renacido en el camino destinado. ¡Opera!. El sol, el aire y el mar son tus brazos.
Muta toda norma ya que el mal avanza y destruye.
¡Despiértate, Bharat, despiértate y anuncia que el séptimo nudo se ha desatado!
Ahora eres libre, Bharat, con tu cordura ántica y con la nueva sabiduría.
¡Desátate, Luz de mi alma, desátate!. Ahora, más que nunca yo siento la obra del espíritu.
Desátate, Luz de mi alma, desátate: ilumina y despierta la adormilada sabiduría de la vida remota.
¡Bharat, despiértate!. ¡Tú eres discípulo de la llama ardiente, Bharat escucha!
Tú eres el RENACIDO por voluntad de los Siete Jueces de los Cielos. Bharat, tú eres el siervo de los siervos del Espíritu puro, del Absoluto, del Inmutable, del Eterno Padre de todos los Padres.
Bharat, escucha: ahora es el tiempo del séptimo crecimiento y toda cosa tomará nuevo camino. Vela pues, éste es el principio del tiempo en el cual madurarán las obras del Espíritu.
Ahora es tiempo y el tiempo es número. Vela pues, ya que la resplandeciente Luz del Espíritu vendrá para desgarrar las tinieblas. Tales cosas vendrán como rocío en la noche y a quien esté despierto aquel día jamás se cerrarán sus ojos, ni sus oídos se volverán insensibles.
Vela pues, Bharat, vela y opera con juicio, puesto que de tu Obra se abrirán las puertas de los Cielos”.

Y yo escucho atentamente, Venerable Maestro del Espíritu mío.
“¡Despiértate, Bharat, despiértate! La tierra, las aguas y el aire, y también el fuego tomarán diferente camino. Tú sabes bien y bien recordarás las normas tomadas por las Siete Estrellas.
El cambio de las cosas extrañas creadas está en el tiempo, como fue, como ha sido y como será.
Muchas cosas extrañas a vuestra razón se verificarán y en vuestras almas el Espíritu obrará. Su obra es número. Su presencia es número. Su juicio es número.
Escucha, Bharat, escucha: lo que está dentro de nosotros ve mejor de lo que está fuera de nosotros. Lo que está fuera ve aquí, lo que está dentro ve aquí y también ve allá.
Todo está frío y todo es fuego. Todo es fuego y todo es frío.
Toda cosa creada cambia de camino y el mundo, Madre, también mutará en el tiempo.
Vela, Bharat, vela.
Recuérdate, Bharat, recuérdate: nuestra Obra no es diferente a todas las otras obras de las cosas creadas. Quien vive en el cuerpo, quien vive en la urna de la materia obra en el árbol. El árbol labora para todos, todos laboran para el árbol. La vida labora y también la muerte hace semejante obra.
El alma y el cuerpo son la misma cosa, la una es para el otro, el otro es para la una.
Nosotros laboramos porque otros laboran, existimos porque otros existen, transformamos porque otros transforman.
Todo está ligado como una interminable cadena, y nadie conseguirá, nunca, eludir la voluntad que discurre como el tiempo.
Despiértate, Bharat, despiértate: Yo estoy dentro de ti para desligar aquello que estaba ligado.
Habla, pues, ya que tu alma vibra y se impregna de Sabiduría y Cordura y, como entonces, está llena de fuerza espiritual”.

Almas de mi Sendero: yo soy EL RENACIDO y soy aquel que fue, ahora y hace tiempo remoto.
Mi Maestro fue Bharat, en la quinta raza humana. Ahora es el mismo, hijo de la Luz, cuerdo y sabio. Él está en mi porque yo estoy en él.

Hace doce mil años. Tuve gran consuelo con Sus enseñanzas y aquello que entonces ligó en mi Espíritu, ahora se derrite como nieve al sol. En los valles plateados de la Atlántida yo fui cuerdo y aconsejado, y mi obra, cumplida en el tiempo de la Sabiduría, fue larga y profunda.

Ahora mi cuerpo yace, todavía inmóvil en el Templo del Sol, y éste, está en la quinta Rosa del jardín secreto del Espíritu, allí, hacia Oriente.

Ahora, en este tiempo, soy como fui, y bien recuerdo de haberlo sido, puesto que aquello que estaba ligado, el Maestro de mi Espíritu lo ha desligado. Y él alberga en mí y habla con dulce y amable sabiduría. Yo escucho y medito profundamente sobre aquello que Él sabiamente dice. Yo siento Su amor y Su enseñanza me llega con permanente fuerza.

“Tu estás en mi y yo estoy en ti”. Tales palabras Él no cesa de repetir. Y todavía. “Él es yo y yo soy Él”. Él porta las alas del fuego, y el Sol, las aguas, el aire y también la tierra velan a lo largo de Su Sendero. Él dice:

“Yo albergo en aquel que, semejante a mi, vivió en el tiempo, en la tierra y también en espíritu en los cielos. Ha RENACIDO, no por culpa, sino por voluntad de los Siete Jueces y de las Siete Estrellas de Oriente. Con eso yo digo: Él es yo y yo soy Él, y la fuerza del Espíritu está en su rostro.
En él hay Cordura y Sabiduría, y son resplandecientes como luminosas estrellas. Él tiene las alas de fuego y desde la Eterna Morada ha venido entre vosotros, puesto que el tiempo del séptimo crecimiento está próximo. Yo estoy en Él y también Él en mi. Porque tal crecimiento aportará graves turbaciones entre las cosas creadas. Y tal motivo me empuja ya que tal orden recibo y, todavía, yo digo: ahora es el tiempo del séptimo crecimiento, y puesto que tal crecimiento aporta nuevas orientaciones y también nuevo camino, conviene velar y meditar con espíritu sereno.
Yo digo: el séptimo nudo pronto se desatará, y la luz del Espíritu desgarrará por séptima vez las tinieblas. Tales cosas acontecerán por diferentes caminos y las aguas, el aire, el fuego y también la tierra andarán nuevos pasos. Ese día está fijado en el tiempo y el tiempo está cercano. Velad, pues, velad, ya que la señal es número. Velad, ahora más que nunca puesto que, quienes de vosotros, en aquel tiempo, tengan los ojos del Espíritu abiertos y los oídos del Alma sensibles, tales quedarán.
Aquellos que, tomados por el sueño placentero del cuerpo y de los vicios, estén en aquel tiempo dormitando, cerrados por el terror permanecerán sus ojos y sordos por el estruendo se volverán sus oídos y nunca más verán la gloria y la potencia del Espíritu Puro.
Vele, pues, quien ama salvarse, porque la Obra del Espíritu está en la señal y la señal es número. Es aquel que vela quien primero mueve la piedad de Dios.
Aquel que escoge diferente sendero sólo verá tinieblas y también sentirá terror, sin ninguna esperanza. Operad, ahora más que nunca, porque es el tiempo”.



EPÍSTOLA DEL TIEMPO
En el breve tiempo del alba y también en el breve tiempo del ocaso se desatarán los nudos del antiguo conocimiento.
Bharat, y también Hermes, en blanco luminoso y con estrellas de siete rayos en la frente vuelven de fuego las alas de mis pensamientos y Ellos desatan los nudos con el querer del Uno y del Otro y con tal movimiento se dilatan como nubes de la Eterna Sabiduría y de la Vida-Una.
Yo bien me doy cuenta puesto que he sido instruido, por ellos, sobre la meditación para acoger sus voces para la liberación de las aflicciones y también para disipar los sufrimientos humanos y tomar nueva vida, nunca vista en esta tierra. El secreto es uno y está encerrado en el torbellino invisible de aquello que me circunda. Y Estos que se complacen en albergar en mi alma, hacen vibrar de profundo conocimiento las humanas cuerdas de mi vida.
Bien poco yo conocía, antes de que sus voluntades se volviesen, en el tiempo de los tiempos, cosa real e hiciesen de mi sus propias personas y también sus propias voluntades.
De esta manera, todo en mi se ha movido como una continua llama de Sol y sus corduras y conocimientos se manifiestan como cosas definidas y sobre lo que la mente humana nada puede añadir. Los secretos del tiempo remoto ya no son palabras de fábula, puesto que yo siento y veo, a lo largo del ántico sendero, las leyes inmutables del principio y del fin de toda cosa mortal.
Bien me recuerdan los Maestros la secreta vía de la Vida-Una y del Conocimiento-Uno y bien me aconsejan de utilizar tal sendero, ya que por tal sendero se llega a la meta de todo advenimiento de aquello que está manifestado y también de aquello que no está manifestado. Por tal vía, Ellos se han vuelto cuerdos y sapientes y también tuvieron los siete conocimientos de la Vida Eterna.
Yo, tales conocimientos revelaré, pero ahora aún no es tiempo, y el tiempo deberá, sin embargo, venir.
Ellos me están guiando y yo sólo deberé dar obediencia, ya que por tal motivo yo he RENACIDO. Y vosotros que me escucháis, debéis sentir prudencia al formular juicios, puesto que sobre vuestros juicios pesa el bien, o el mal, del pasado y del futuro de vuestros tiempos.
Sed, pues, justos ya que los justos encontrarán el conocimiento de la salvación y del bien eterno.
BHARAT dice :
- “No son los ciegos y los sordos a no ver y tampoco a no oír, sino son aquellos ciegos y sordos que no quieren ver ni tampoco oír”.
- “Los ojos son para ver, para socorrer a quien cae en el mal y los oídos son para oír el grito de quien se encuentra en el dolor y pide “salvación”.
-“Ahora es tiempo de abrir bien los ojos y destaponar los oídos, puesto que muchos caerán en el mal y muchos también gritarán para pedir ayuda”.

HERMES dice:
-“Cuando hayáis dilatado el máximo del actual conocimiento, sólo sentiréis el peso tenaz de la gravedad”.
-“Caeréis, inexorablemente, dentro de una gran olla de fuego si no encontráis el modo de frenar este gran deseo de deformar el alma de los cuerpos puros”.
-“Meted las manos en uno de los siete ríos de la purificación y haced que ellos no deban acelerar más vuestro miserable fin”.

Estad aconsejados en el hablar, porque aquello que ha sido dicho viene de la fuente del Conocimiento de todos los Conocimientos, puesto que ninguna cosa viene sin aquella fuerza que la inicia y la conduce.




Y ellos, todavía, desean deciros:
No sea la muerte a haceros vacilar, sino que sean tales
conocimientos a hacer vacilar la muerte, porque Ellos dicen:
La muerte alza el velo que cubre la Aurora de
Vuestras Almas.
Y Ellos aún os dicen:
Sed sensibles y haced que Vuestra Alma Vibre,
Para que podáis contemplar, con inteligencia luminosa
el Arca Suprema del Conocimiento Universal y también
podáis, todavía, recibir la Gran Revelación
del Eterno Templo del Triángulo de color Esmeralda
y del Triángulo de Oro.

EL RENACIDO

A los ojos del Espíritu, el Arte Celeste no queda mudo. El silencioso Verbo ciñe y arrastra a los justos que saben llorar y creer.
No todos podrán comprender, puesto que ignoran el gran principio de amor, ignoran que la materia está en toda su forma sostenida, guiada, organizada por el Espíritu que en diferentes grados de manifestación, en cualquier parte que sea existe.

Para vosotros, hombres, es necesario que comprendáis finalmente, la indispensable necesidad de abrir las puertas de vuestras almas para que podáis establecer la unidad de la vida de todos los seres, desde el mineral al hombre y de la Suprema Ley que liga éstos a la vida.
Para comprender tal preciosísima obra de Arte Celeste, es necesario poseer un alma pura y un vínculo de inmenso amor con todo lo Creado. Es necesario despertarse, educarse, desarrollar una facultad más profunda del espíritu: “la intuición”. Esta gema espiritual de la Consciencia Universal que es la razón purísima de la más alta evolución de la Consciencia Planetaria, desde hace milenios ha retornado en la envoltura sutilísima del Misterio.
Muchos hombres de tal tiempo se quedan asombrados ante cosas que salen de su más profunda consciencia sin poder percibir la Luz original.
Con ésto, yo digo: cuando la Consciencia Planetaria, todavía latente, vuelva a ser clara, también en vosotros, vuestro yo eterno sabrá todo de sí mismo.
Aquel día también vosotros habréis vencido a la muerte.

* * *

Antes de que vuestros ojos vean y vuestros oídos oigan, es útil que la unión espiritual esté en todos vosotros, con la pureza de vuestras almas, puesto que el Arte Celeste quedaría mudo e invisible si tal unión no aconteciese.
Es necesario que la consciencia se vuelva clara y que sus experiencias exteriores e interiores lleguen a alcanzar el estado de equilibrio indispensable para conseguir el completo despertar de aquellos ojos Espirituales que saben atreverse al unísono con el principio de las Leyes de la Consciencia Universal del Absoluto.
Esto que os expongo y relato, representa un principio nuevo para vuestros humanos pensamientos.

El tiempo que la humanidad atraviesa reclama la ayuda de nuevas revelaciones espirituales. Y no sea maravilla, para vosotros, esta palabra, puesto que la revelación quiere ser, además que la esencia íntima de la raíz de las religiones, la maravillosa armonía del alma humana en continua obra con el íntimo pensamiento de todo lo Creado: armonía y obra que revelan al hombre los nuevos misterios de su verdadero Ser inmortal.
La gran Verdad es Una sostiene y remueve todo pensamiento que tiende a comprender la originaria Chispa Divina.
Y finalmente, yo digo: Para aquellos que no sienten, mínimamente, estas cosas, que todavía están prisioneros de las aspiraciones más bajas de la densa vibración material, vuelvan a su mundo, puesto que no podrán ni ver la Divina Obra del Arte de los Cielos, ni oír el silencioso Verbo del Espíritu Eterno.

Y yo, todavía siento, dentro de mí, el Divino Fuego arder como en los ánticos días, cuando la voz dulce y potente del Gran Anciano decía:
“Vendrá el tiempo en el que las cosas humanas se vestirán con nuevos vestidos y el fuego eterno se posará como suave rocío en todos los lugares de la tierra. También acontecerá que dudas poderosas entretendrán a los hombres en el umbral de nuevos pensamientos, mientras el Camino de los Invisibles marcará pesadamente el paso de los cambios en el aire, en el agua y en el fuego.
Tales cosas acontecerán como el rayo y a nadie es dado conocimiento para evitar gran confusión. Finalmente se verificará un acontecimiento que el Incognocible se dignará obrar en la inmensidad de los Cielos y a tal vista los hombres sentirán, verdaderamente, temor de los tiempos que apremian”.

Mi corazón latía velozmente mientras la potente Voz del Divino Maestro penetraba en lo íntimo de mi cuerpo como poderosa y penetrante cosa. Mis ojos estaban fijos en sus ojos y sentía tan dulce arrobamiento que nunca dirigí hacia otro lugar mis húmedas pupilas.
El que de mí gozaba por la atención que yo Le dispensaba, llamándome aparte quiso concederme brevemente Su suave compañía.



YO SOY POIMANDRES
Yo, hijo, estoy siempre contigo, en ti, recuérdalo, porque es verdad que por medio de ti, a menudo, vivo, sueño, lucho y sufro para conocer como soy allí, en donde toda cosa está al inicio. Yo soy el Alfa y el Omega, el primero y el último. Puedo, si quiero, ser el Omega y no el Alfa, el último y no el primero. Es voluntad de Mi poder y fuerza de Mi Fuerza, es porque quiero ser aquello que tú eres, has sido, serás.

Yo soy Poimandres, la Inteligencia del cosmos, matriz de todas las cosas que fueron, que son y que serán. Yo tengo innumerables lenguajes, innumerables rostros.

Yo soy la unidad en la multiplicidad. Nadie Me ve y estoy en toda cosa, estoy siempre presente. Estoy en las tinieblas y en la luz, en lo bello y en lo feo, en lo real y en lo irreal, en la materia y en el espíritu, en lo visible y en lo invisible.
Yo soy, donde no estoy ninguna cosa puede ser. Toda pequeña partícula me contiene.

Yo soy Poimandres y soy la causa de todo aquello que nace, vive, muere, para ser siempre. Yo pienso, creo, plasmo y nutro Mi eterno devenir.

Soy Aquel que tu sientes y no ves. Soy la causa de tu sed de existir, porque quiero ser servido para servir, quiero ser amado para amar, quiero enseñar para aprender, quiero hacer vivir para vivir.

Yo soy Aquel que tu sientes y no ves. Yo te veo y siento a través de tus pensamientos. Yo soy la causa de tu alegría cuando Me haces feliz, la causa de tu tristeza cuando Me haces infeliz.
Yo soy el Bien, la Alegría, la Consolación, la Prosperidad del espíritu y de la carne; soy la Providencia sólo cuando Me sirves, Me comprendes y te esfuerzas en conocer Mi verdadera naturaleza.
Yo no soy todo ésto si te alejas de Mi y Me procuras amarguras.

Hijo Mío, escucha: ¿si Yo estoy en ti, por qué temes?. ¿No soy Yo quien mueve tus pasos, por qué dudas?. Soy Yo quien suscita aquello que sientes, porque soy Yo que deseo realizar en ti aquello que es Mío.
¿No te ha sido dicho que aquello que es Mío, también es tuyo?.
Yo y tú somos una misma cosa, recuérdalo hijo Mío.

Mis Divinas Ideas se deben cumplir y ésto para que lo Divino y lo humano se fundan para la realización de los cimientos del Celeste Reino Prometido.
Mis Hijos tomarán morada sobre la Tierra y la simiente de Arat fecundará Mi nuevo pueblo.

Mira en los ojos de los espíritus vivientes que pongo sobre tu camino.
Refleja en ellos tu Luz y gozarás la inefable dulzura de Mi Amor, porque te digo, Luz de Mi Luz: soy Yo que brillo en sus ojos, soy Yo que inflamo sus corazones, soy Yo que deseo amar y ser amado.
Soy Yo la causa de toda cosa que hace parte de Mi; soy Yo la felicidad de Mi felicidad; soy Yo el Arquitecto del todo. Si Yo quiero es porque soy Aquel que es. ¿Comprendes?.

Los Dioses brotaron de Mi Seno y los Ángeles del seno de los Dioses. Los hombres son ángeles vivientes, instrumentos de la Voluntad de los Dioses, custodios y maestros, insignes coordinadores de las estructuras universales.

Mi Voluntad está en la voluntad de los Dioses y la Voluntad de los Dioses está en la de los Ángeles. Los Ángeles vivientes han perdido la memoria de esta eterna verdad.

Quiero que los Ángeles vivientes recuperen la memoria que han perdido. Yo quiero que vuelvan a ser conscientes de sus verdaderos orígenes.

Escucha hijo y escribe, para que quede memoria de cuanto ahora digo:

Soy Poimandres, la Inteligencia Suprema, el Arco Iris que crea, el Soplo Vital de toda cosa visible e invisible, el Monarca Absoluto de todo aquello que está manifestado para ser, para vivir, para mutar y ser siempre.
Soy Aquel Que es
Esto para que sepan que soy la causa de todo y todo al mismo tiempo.
Hijo, escucha y propón de hacer escuchar a quien, todavía, cree poderme replicar, diciendo esto es justo, esto no es justo, ésto es verdad o ésto no es verdad. ¿Quién conoce Mi verdadera naturaleza?.
¿Hay alguna cosa que no sea Mía, que no Me pertenezca?.
Yo concedo de lo Mío y, si quiero, lo tomo para que sepáis que, si concedo por Amor, quito por Justicia.
Quien realmente tiene conocimiento de Mi, de Mi viviente naturaleza Deificante, no puede no asemejarMe, no puede no ser Mi Mismo, no puede no amar como Yo amo, y no Me replica.
Callen, pues y no hagan Sabiduría si no poseen ninguna.

La Sabiduría es una Gracia Mía para quien quiere revestirse de Sabiduría y despojarse de arrogante ignorancia. Yo soy el Bien y lo manifiesto con Mi Ley y no con la vuestra. ¿Qué poseéis vuestro? ¿Lo qué? ¿Si todo aquello que creéis poseer es Mío?.
Soy Yo quien consume y vuelve a crear. ¡Sabedlo!

Hijo, tus revelaciones no son útiles a aquellos que todavía no pueden comprender. Las Leyes y la verdad de la dimensionalidad manifestativa de la materia son bastante diferentes de las Leyes y de la dimensionalidad manifestativa del Espíritu. Los planos en los que se manifiesta el fuego de la vida no son semejantes a los planos en los que se manifiesta la Luz del Espíritu. Hablar del orden de las cosas que están ligadas a la vida terrena es tan útil, porque edifica y acrecenta los niveles de conocimiento y del equilibrio mental de aquellos que todavía están obligados a crecer en estatura espiritual.
Quien te escucha ya ha crecido y mejor comprenderá, pero a quien no te escucha compréndelo y déjalo crecer. Tú no estás iluminado para revelar las Leyes de la vida, pero Yo te digo: “Tú estás iluminado para revelar las Leyes del Espíritu”.

Recoge en tu recinto a quien no tiene frío de la muerte y de las cosas que pasan porque Yo te digo: “Estas son las semillas aptas ".


Capitulo 2



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